La actualidad del tema suponía un motivo añadido para que, frente a la cartelera de cine, nuestra elección para la noche de ayer viernes recayera sobre Selma la película dirigida por Ava DuVernay, que toma su título del nombre de la ciudad de Alabama que un día como hoy, 7 de marzo, hace 50 años, fue escenario del “domingo sangriento”.
Como es conocido, aquella mañana centenares de activistas afroamericanos iniciaron una marcha pacífica desde Selma hasta Montgomery para “escenificar” su protesta por la discriminación que seguían sufriendo a la hora de ejercer su derecho a elegir y ser elegidos en las convocatorias electorales. Cuando alcanzado el puente Edmund Pettus se negaron a retroceder, el sheriff Jim Clark ordenó cargar con policías a caballo armados de palos, entre una nube de gases lacrimógenos, causando decenas de heridos entre personas indefensas.
Millones de telespectadores estadounidenses vieron las imágenes de la brutal agresión, que recoge fielmente el film en el que David Oyelowo encarna al reverendo Martin Luther King Jr., lider de la causa. Aquel día, la sociedad norteamericana no pudo mirar para otro lado por más tiempo, y la conmoción que supuso para muchos de ellos acentuó la presión sobre Washington, al punto que el presidente Lyndon B. Johnson no pudo sino alterar el orden de prioridades de su gobierno y poner en marcha la Ley que garantizaría, de manera efectiva, el derecho a votar a todos los ciudadanos.
Hoy, medio siglo después de aquellos incidentes, la prensa recoge que Obama visitará Selma para rendir homenaje a aquellos que lucharon para que algún día un afroamericano como él pudiera ocupar la Casa Blanca. Es esperable que en su discurso mencione que todavía queda mucho por hacer en relación a la violencia policial ejercida sobre la población negra, como han puesto de manifiesto acontecimientos como el de Ferguson.
Desgraciadamente, hoy 7 de marzo se cumplen otros aniversarios de barbaries cometidas por grupos que rezuman odio hacia quienes piensan o sienten de forma diferente, hasta el punto de acabar con sus vidas. Seguramente, por estar más próximas en el espacio y en el tiempo, a lo mejor no les prestamos tanta atención, no fuera a suceder que nos recordaran que en ocasiones asentimos o miramos para otro lado.
En efecto, fue un 7 de marzo 1985 cuando ETA asesinaba a Carlos Díaz Arcocha. Según recoge el “memorial” Vidas Rotas , poco después de que se cometiera el crimen, una mujer llamó al domicilio de la madre del teniente coronel, en Bilbao, y le preguntó: “Tienes un hijo soldado en Vitoria?”. La madre quiso aclarar que soldado no, pero sí militar, y en ese momento la comunicante anónima dijo: “Pues acabamos de matarlo”. Dejó, además, esposa y cinco hijos. La prensa de hoy recoge en titulares las palabras de una de ellas, Teresa Díaz Bada: “No sé si merece la pena morir por una sociedad que mira a otro lado”
No, no es el único aniversario que debemos recordar. También un 7 de marzo, en 2008, ETA daba otro zarpazo más en su labor de limpieza étnica, quitando la vida a otro servidor público, Isaías Carrasco Miguel, que hasta el año anterior había representado a sus convecinos como concejal en Mondragón por el PSE-PSOE . Fue nuevamente marzo el mes elegido para acallar para siempre a otros dos compañeros de militancia política de Isaías: Froilán Elexpe Inciarte, concejal de Lasarte-Oria, asesinado por la banda el 20 de marzo de 2001, y Juan Priede Pérez, concejal de Orio, que lo fuera el 21 de marzo de 2002, coincidiendo con el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial.
“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. Así se recoge con solemnidad en el primero de los artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El 21 de marzo, del Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial que celebraremos próximamente, nos invita a tener presente dicho artículo en todo momento y lugar.
Instituido por la Asamblea General de NN.UU. con el fin de solidarizarse con el movimiento antiapartheid, la fecha conmemora la masacre de Sharpeville de 1960, en la que murieron 69 personas y otras muchas resultaron heridas cuando la policía abrió fuego contra una manifestación pacífica.
“Aprender de las tragedias históricas para combatir la discriminación racial hoy”, es el lema elegido para la celebración de la próxima edición de este Día Internacional, que el Secretario General Ban Ki-moon convoca : «Hago un llamamiento a todos, en particular a los líderes políticos, civiles y religiosos, para que condenen los mensajes y las ideas que se basen en el racismo, la superioridad racial o el odio, así como los que inciten al racismo, la discriminación racial, la xenofobia y otras formas de intolerancia.»
Por ello, el próximo 21 de marzo, en la sede de la ONU en Nueva York, la Asamblea General celebrará una sesión extraordinaria, según lo dispuesto por la resolución 69/162 de la Asamblea General.
La Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, celebrada el 8 de septiembre de 2001, aprobaba la Declaración y el Programa de Acción de Durban que destaca el papel fundamental que los dirigentes y los partidos políticos pueden y deben desempeñar en la lucha contra el racismo y la intolerancia.
Desde entonces, qué duda cabe de que se han producido avances, pero tal y como pone de manifiesto el Documento Final de la Conferencia de Examen de Durban (2009), es muy largo el camino que queda por recorrer, y también los educadores debemos hacer aportaciones. El próximo 21 de marzo nos ofrece una nueva oportunidad para intensificar tales esfuerzos, en algunos casos con ayuda de películas como Selma y tantas otras, o de programas puestos a nuestro alcance por organizaciones especializadas o administraciones públicas.
En anterior entrada dábamos cuenta de una de ellas, realizada en el marco de Los nuevos vecinos , un programa educativo creado por EDEX, que ponemos a disposición de las escuelas y de las familias que entienden como tarea importante la educación para la convivencia, con énfasis en la prevención del racismo, la xenofobia y otras manifestaciones de intolerancia.
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