El consumo de drogas es una conducta practicada por la humanidad desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, nunca se habían conocido consumos tan frecuentes como los actuales, ni habían sido realizados por adolescentes, en plena etapa de maduración. Ni siquiera los contextos de consumo o sus pautas tienen que ver con estas tradiciones.
Ante la variedad de drogas existentes, las constantes presiones ejercidas para su consumo y la compleja problemática que se deriva de su utilización, sólo una persona informada puede tomar decisiones responsables y autónomas. Una persona que conozca las implicaciones de los diversos consumos y, tras sopesarlas concienzudamente, decida qué hacer.
Hoy en día sabemos que todas las “drogas” o “sustancias psicoactivas” actúan sobre el cerebro de un modo similar, ya sean drogas ilícitas, alcohol, tabaco o psicofármacos. No se puede, sin embargo, negar que algunas de estas sustancias son más peligrosas que otras.
También sabemos que los hábitos de consumo de drogas han cambiado profundamente, sobre todo entre los más jóvenes: banalización del consumo de los derivados del cannabis, aumento de la frecuencia de embriagueces, estabilización del consumo de tabaco en niveles elevados, descenso del consumo de heroína, consolidación del consumo de drogas de síntesis, toma de conciencia sobre los riesgos asociados a la práctica del dopaje, recurso elevado a psicofármacos, y, sobre todo, combinación de varias sustancias lícitas y/o ilícitas. Hoy sabemos, en fin, que para valorar los riesgos de una situación, los comportamientos y los contextos en los que se realiza el consumo son al menos tan determinantes como las propias sustancias.
Las políticas ante las drogas han sido objeto, desde hace años, de debates ideológicos apasionados. Por otra parte, la información ofrecida al público se ha basado a menudo en mensajes contradictorios e inexactos.
Esta situación ha reforzado los malentendidos, las inquietudes y los miedos, pero sobre todo el sentimiento de impotencia ante los consumidores de drogas. Ha alentado actitudes desmedidas, oscilando entre la indiferencia y el dramatismo.
También es cierto que durante mucho tiempo los conocimientos fueron escasos. Aunque desde hace algunos años disponemos de datos científicos mucho más fiables y abundantes, no siempre han sido puestos a disposición de las personas implicadas. Una situación tanto más preocupante en la medida en que los datos evolucionan con gran rapidez. Por ejemplo, la aparición regular de nuevas drogas exige una actualización permanente de la información.
La publicación de esta guía tiene varios objetivos. En primer lugar, trata de ofrecer la información actualmente disponible sobre las drogas y la dependencia. Para garantizar la objetividad y la fiabilidad de esta información, se basa en los estudios científicos más recientes y en la experiencia de numerosos especialistas.
A lo largo de sus 144 páginas, cuidadosamente editadas, ofrece información rigurosa en torno a epígrafes como: uso, abuso y dependencia; conocer más y mejor sobre las drogas: efectos y riesgos; las principales drogas; actuar, reaccionar, ayudar y recibir ayuda; Información y fuentes de datos; bibliografía; y glosario.
Es un objetivo ambicioso, porque sabemos hasta qué punto es difícil transmitir, de manera precisa y comprensible, conocimientos científicamente complejos. Pero deseamos que responda adecuadamente a la demanda existente de información objetiva.
Queremos igualmente que ayude a iniciar un diálogo útil entre los jóvenes y las personas que les rodean, especialmente padres y madres. En efecto, de nada sirve aconsejar a las familias que hablen con sus hijos sobre las drogas si no disponen de los argumentos y los conocimientos necesarios para ello.
A partir de este conocimiento podrán escuchar las necesidades de sus hijos, tomar conciencia de su vulnerabilidad y de la eventual gravedad de los riesgos que asumen. De esta forma estarán mejor preparados para desempeñar su papel educativo sin tener que recurrir a un especialista.
No podemos olvidar, en cualquier caso, que la información, por buena que sea, no es suficiente por sí sola para modificar comportamientos. No existe una sociedad sin drogas; nunca ha existido. Tampoco existe una solución milagrosa a este fenómeno. Pero existen respuestas eficaces que tratan de evitar consumos peligrosos y reducir los riesgos cuando tales consumos se producen.
Sin poder responder a todo, esta guía permite a cada persona disponer de unas referencias adecuadas que le faciliten reconocer la realidad en toda su complejidad, comprenderla y actuar ante la misma de manera inteligente.
Así reza la presentación de Saber más, Arriesgar menos. Una muy interesante contribución del entonces Comité français d´éducation pour la santé et la Mission interministeriélle de lutte contre la drogue et la toxicomanie, con la participación de un comité científico. Autorizada la edición española a la FVSD, la colaboración de ésta con Fundación EDEX pone la publicación a tu disposición en el sitio web y en soporte papel, tanto en castellano como en euskera. Confiamos te sea de utilidad.
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