¿Podría, en primer lugar, hacernos una breve semblanza profesional, destacando su trabajo en el ámbito del uso medicinal de los cannabinoides?
He sido profesor de farmacología y toxicología en la Universidad de Montreal desde 1980 hasta 2021. Como farmacólogo y experto en el cannabis, he sido el consultor en este tema y en el de las sustancias psicotrópicas para el Gobierno de Canadá de 2001 a 2015 y para el Gobierno de Quebec desde 2016 hasta ahora. Soy autor y coautor de 25 libros, el más reciente de los cuales, Usos medicinales del cannabis y los cannabinoides, ha sido publicado por ustedes, coincidiendo con los trabajos al respecto de la Subcomisión del Congreso de los Diputados de España. Con toda humildad, señalo que dicho libro es el único en el mundo que detalla las posologías del cannabis y de los cannabinoides necesarias para tratar cada una de las 37 patologías o estados clínicos en los que se han estudiado y utilizado estas sustancias.
¿Cuál ha sido el proceso de análisis en el que basa su último libro?
Mediante la búsqueda en Medline y PubMed y otras importantes bases de datos que utilizamos los científicos, he identificado todos los ensayos clínicos controlados (es decir, comparativos con los medicamentos en el mercado o un placebo) efectuados a nivel mundial sobre el cannabis y los cannabinoides: un total de 334, a fecha de 1 de enero de 2022.
Basándome en la misma clasificación que han hecho las National Academies of Sciencies, Engineering and Medicine, de 2017, de Estados Unidos, que corresponde al último estudio realizado por un gobierno a nivel mundial, he clasificado los resultados obtenidos en cada patología o estado clínico en 4 categorías: Eficacia convincente, eficacia prometedora, eficacia insuficiente y eficacia ausente.
¿Podría señalar las patologías para las que habría evidencia convincente de utilidad?
Se trata de las siguientes: Náuseas y vómitos relacionados con la quimioterapia contra el cáncer, con la radioterapia o con la cirugía; anorexia y pérdida de peso; dolor crónico, esclerosis múltiple y epilepsia (cannabidiol).
En otros casos hace referencia a evidencia prometedora: ¿cuáles serían esas condiciones clínicas? ¿Qué haría falta para disponer de mayor claridad?
Si bien para disponer de mayor claridad al respecto hacen falta más ensayos clínicos controlados, encontramos evidencia prometedora en lesiones de la médula espinal, síndrome de Tourette, demencia y enfermedad de Alzheimer, ansiedad (cannabidiol), insomnio, psicosis (cannabidiol), glaucoma (eficacia de corta duración) y dependencia del cannabis (THC y dronabinol).
Recientemente se ha aprobado en España la regulación del uso medicinal de los cannabinoides, en determinados supuestos y circunstancias. ¿Qué opina del trabajo de la misma?
Muchas luces y algunas sombras, tras escuchar desde Canadá los testimonios de los 23 expertos y las preguntas de los diputados en las sesiones de la Subcomision. Todas las intervenciones fueron interesantes, y las que más me impactaron fueron la de la Sra. Carola Pérez, presidenta del Observatorio Español del Cannabis Medicinal y la del Dr. Jesús Aguilar, presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España. La Sra. Pérez explicó cómo el cannabis alivia su dolor crónico, y el hecho de que tenga que comprarlo en el mercado negro, con el riesgo de adulteración que conlleva. El Dr. Aguilar, por su parte, propuso un plan realista para que los farmacéuticos españoles participen activamente en la dispensación del cannabis entre los pacientes.
Quiero felicitar a la Subcomisión por la celeridad con la que emitió sus conclusiones y por la pertinencia de sus recomendaciones, a pesar de la limitada información sobre el uso medicinal del cannabis y los cannabinoides de la que disponían algunos de los expertos invitados. En general, estoy de acuerdo con las recomendaciones: hay que distinguir claramente los usos medicinal y recreativo, debe ser regulado por la Agencia Española del Medicamento, ha de ser recetado por médicos bien formados sobre el tema y tiene que ser dispensado a los pacientes por los farmacéuticos, que son los especialistas del medicamento.
Hablemos de esas sombras que apreció en los trabajos de la Subcomisión
Hay dos aspectos que me sorprendieron y decepcionaron en la Subcomisión: el primero se refiere a la elección de algunos de los 23 expertos. No considero pertinente el invitar a tantos médicos y psiquiatras, que hablaron de los riesgos del uso recreativo del cannabis. Todos los que trabajamos en el tema del cannabis sabemos e insistimos en los riesgos agudos y crónicos asociados a su uso recreativo. La Subcomisión tenía que focalizar su trabajo en el uso medicinal del cannabis y su potencial terapéutico para las diversas patologías en las que se ha estudiado. Los pacientes nos explican que unas pocas inhalaciones u otras formas de administración de pequeñas dosis de cannabis o cannabinoides alivian los problemas que padecen. La Subcomisión no ha sido informada adecuadamente de los resultados obtenidos en los ensayos clínicos controlados del cannabis y los cannabinoides en las 37 enfermedades en las que fueron evaluados y en qué patologías se han obtenido resultados convincentes o prometedores. A título de ejemplo, ninguno de los 23 ponentes invitados mencionó la clara eficacia del cannabis y los cannabinoides en la estimulación del apetito en los pacientes que sufren de formas avanzadas de cáncer y SIDA.
Además, ningún experto mundial de los ensayos clínicos sobre el cannabis y los cannabinoides fue invitado a la Subcomisión. Como en otros países, se podía haber invitado al profesor Raphael Mechoulam, descubridor del THC, a la israelí Dra. Naftali, al profesor Donald Abrams, presidente de la última Comisión de EE.UU. que publicó en el año 2017 su evaluación de los usos medicinales del cannabis, al Dr. Franjo Grotenhermen, de Alemania o al Dr. Ethan Russo, el que hasta hace poco tiempo fue el director científico de la compañía británica G.W. Pharmaceuticals, que comercializa a nivel mundial el SATIVEX y el EPIDYOLEX, los dos únicos fármacos a base de cannabis autorizados y vendidos en España.
En segundo lugar, me ha llamado la atención la polarización del debate, cuando la cuestión del cannabis medicinal no es un asunto de índole partidaria, sino un tema importante y urgente de salud pública, como así lo han considerado los otros 61 países que ya han aprobado su uso medicinal. Ya es hora de facilitar el acceso al cannabis medicinal a los 300 000 pacientes españoles que lo usan para tratar sus enfermedades y mitigar su sufrimiento.
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