También sentimos alegría y gratitud por la oportunidad que tuvimos de trabajar a su lado hace ya 15 años, en el 2003. El primer encuentro que tuvimos con Chucho Abad duró muchas horas. No nos alcanzaban las palabras para contarnos los relatos de la Colombia digna y pacífica que palpitaba debajo del conflicto y la injusticia. Nos gustó oírle hablar de su propósito de fotografiar siempre la dignidad de cada persona, sin importar la situación o circunstancia en que se encontrara.
Luego tuvimos la fortuna de recorrer juntos varias zonas del país, de pasearnos por escuelas públicas y capturar, en imágenes él, en palabras nosotros, lo que estaba sucediendo con las personas que trabajaban el programa de educación para la salud y la convivencia La Aventura de la Vida. Fuimos a Cali, Medellín, Cartagena y Bucaramanga. Después tejimos un relato al que llamamos La Aventura de Vivirla, una experiencia de desarrollo humano con niñas y niños de Colombia. En su compañía, con su calidez y profesionalismo, hicimos la documentación de esta experiencia que entre 2001 y 2003 se desarrolló en Antioquia, Bolívar, Cauca, Santander y Valle del Cauca, de la mano de más de 135.000 niños y niñas que cursaban entre tercero y quinto grado de primaria.
Las fotos de Chucho fueron contundentes: rostros soñadores, pensativos, pies calzados y descalzos, niñas que se abrazan para posar, manos que se extienden hacia la cámara para tocar a quien las ve, pieles de muchos colores, saltos de alegría que reflejan energía y deseo, maestras abrazadas por sus estudiantes. Muchas fotos que recrean con belleza la vida sabrosa y jodida que muchas niñas y niños de estas ciudades colombianas viven a diario.
Daba gusto ver a Chucho acercarse con una sonrisa, conversar con la gente, pedirle permiso para fotografiarle y a la vez sorprenderla con la foto del momento irrepetible. Sus imágenes impecables se convirtieron luego en una exposición fotográfica y documental que recorrió varios municipios del País Vasco, como Bilbao, Portugalete y Sestao, entre otros.
Es un honor y un placer ser amigos de este hombre dulce, capaz de dotar a sus fotos del movimiento que tiene la vida cotidiana de nuestro país. Enhorabuena, Chucho.