En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño.
Convención sobre los Derechos de la Infancia (Artículo 3.1)
Un encierro inesperado
Vivimos una situación insólita, especialmente agravada por su duración, su intensidad y su incierto desenlace. Si mañana mismo terminara todo, la flexibilidad humana favorecería una vuelta no problemática a la situación anterior para la mayoría de las personas. ¿Va a ser así? No parece. La vida cotidiana se irá normalizando gradualmente, de una manera lenta, progresiva y con algún que otro retroceso. Dependiendo de la duración de esta situación, es de temer que la salud emocional de buena parte de la población se vea afectada, tanto por el estrés provocado por un confinamiento para el que no tenemos experiencia, como por las inquietantes noticias de toda índole que organismos nacionales, internacionales y medios de comunicación se empecinan en airear un día sí y otro también, sobre contagios, muertes, debacle económica… Ansiedad, tristeza, miedo son emociones adaptativas que, en una situación como la que vivimos, pueden ganar en intensidad y provocar malestares diversos.
La salud emocional de la infancia
Dentro del padecimiento general provocado por esta situación tan endiablada, menores y mayores se cuentan entre los colectivos más afectados, como señalaba recientemente Octavio Salazar en Menores y mayores: las afueras de la ciudadanía. En los riesgos del edadismo no vamos a entrar. Nos centraremos en la infancia. Como cabía temer, la salud emocional de niñas y niños se está viendo desafiada por la experiencia del confinamiento. Así lo ponen de manifiesto los resultados preliminares recientemente publicados del Estudio sobre confinamiento y salud en población infantil, realizado por el Grupo de Investigación en Determinantes Sociales de la Salud y Cambio Demográfico – OPIK (UPV/EHU), en colaboración de Bidegintza y CiSAL. También China, que lleva delantera en este asunto, muestra un incremento de síntomas depresivos entre escolares de Primaria de la provincia de Hubei. ¿Consecuencias a medio plazo? Dependerá, en buena medida, de cómo se vaya gestionando este proceso.
Nuestras propuestas educativas
Fundación EDEX desarrolla programas educativos en áreas como la promoción de los derechos de la infancia, la educación para la salud, la educación antirracista, el bienestar adolescente la igualdad de género o la prevención de las drogodependencias. Si bien cada iniciativa tiene su especificidad, comparten una clave: la educación de niñas, niños y adolescentes en habilidades para la vida. Habilidades como la empatía, el manejo emocional, la creatividad, la asertividad o la competencia relacional, que, promoviendo el desarrollo socioemocional de niñas, niños y adolescentes, contribuyen a desarrollar su bienestar y a fortalecer su resiliencia.
Comenzamos este proceso educativo en la primera infancia con el programa Cuentos para conversar que estos días estamos compartiendo en redes sociales. Y continuamos con otras actuaciones, que también estamos compartiendo, pensadas para fortalecer la salud emocional de niñas, niños, adolescentes y personas adultas, tal y como relatamos en la entrada: Seis propuestas para enriquecer este tiempo de confinamiento.
Nadie sabe cómo será la nueva «normalidad»
en la que viviremos dentro de un tiempo. Todo empezará a ser algo más llevadero
con las medidas de desconfinamento parcial puestas en marcha. Ojalá la
experiencia vivida promueva un mayor compromiso con la educación socioemocional
durante la infancia y la adolescencia. En todo caso, seguiremos poniendo
nuestro granito de arena.